Repasar la vida de José de San Martín no es una tarea sencilla. Podríamos decir, como para abarcar su figura, que le ganó la batalla militar a los godos -así llamaba a los españoles «de derecha» en vida- y que, en cierto modo, San Martín, ya muerto y profundamente investigado, también le gana la batalla a la historia mitrista. Toda la información que disponemos nos obliga a tener una visión de San Martín que es distinta de la de Bartolomé Mitre, quien en sus primeras páginas de la biografía del libertador dice que la Revolución de Mayo se hizo por odio a España. San Martín no cabe en esta concepción, porque toda su vida estuvo impregnada del tiempo que vivió en España.
Respecto a sus orígenes, sobre San Martín hay escasa información con respecto a su nacimiento. Se refiere al 25 de febrero de 1777 -y no de 1778- él mismo cuando habla de su nacimiento, y señala su edad. Es difícil precisar al respecto porque no se sabe, porque no hay fe de bautismo, se perdió. En aquel tiempo no había partida de nacimiento, sino que era la Iglesia la que daba el reconocimiento al nacimiento.
Esa documentación no existe, y es curioso cuando no existe porque es como pasa con la documentación del nacimiento de Juan Domingo Perón o, del nacimiento de Evita -que merece una profunda investigación-, por eso ha surgido esa idea sostenida por algunos que San Martín, en realidad, era hijo adoptivo de Gregoria Matorras y Juan de San Martín, y que fue hijo extramatrimonial de Diego de Alvear.
La familia San Martín tenía cuatro hijos. La versión señala que Alvear tuvo relación con una india guaraní, Rosa Guarú, con quien tuvo un hijo, y como no podía volver a Buenos Aires con la criatura después de haber estado en la zona misionera, se lo entregó a la familia de San Martín para que lo cuidarán. Así José se convertiría en el quinto hijo de la familia. Esto es lo que algunos sostienen con mucho fervor.
Más allá de la verosimilitud o no respecto a su orígen, lo que sí sabemos es que San Martín pasa sus primeros años de vida en una zona guaranítica. Durante su infancia, por la región en que fue criado, es inevitable imaginar que si salía a cazar pajaritos o a pescar en el río -por mencionar algunas de las actividades típicas de la niñez en aquellas épocas- con algunos indiecitos amigos, tenía que hablar en guaraní Y efectivamente algo de eso se pudo verificar ya que quedó registrado en la historia.
Durante la batalla de San Lorenzo, en la que se produce la muerte del sargento Cabral, San Martín entabla una última conversación con Cabral previa al fatal desenlace. Según lo menciona un sacerdote que hizo la investigación sobre ese hecho en el convento de San Lorenzo, la información inicial San Martín la da en guaraní.
Entonces, para resumir, San Martín era hijo de españoles, y no partirá hacia nuevos destinos con su familia sino después de pasar cuatro años en la zona de las misiones guaraníticas. Por ello, San Martín era, por sobre todo, un hispanoamericano, es decir, hijo de españoles que hablaba español en su casa y se supone que al salir a la calle, en los primeros años, era bilingüe y conocía el guaraní.
Tras pasar dos años en Buenos Aires, dónde no llega a ir al colegio, a los seis años lo llevan a España. No va al Seminario de Nobles de Madrid, porque el padre no era noble. Los historiadores españoles han publicado un libro con aportes de 10 españoles siguiendo la historia de San Martín en España, y se sabe que San Martín estudió en una escuela común. «Cayó», como diría Mauricio Macri, en una escuela estatal de Málaga.
Allí le enseñaron la historia española, la geografía desde el punto de vista español, se instruyó en literatura española y estuvo, desde los 6 años hasta los 33, bajo esa influencia.
Entonces, la historia mitrista no puede explicar por qué un hombre que tiene esas influencias decisivas en su formación, que se acompaña con sus exitosas batallas en el ejército español, que le valieron el ascenso a teniente coronel de caballería, de repente se viene al Río de la Plata a luchar contra los españoles. En este último hecho, y sólo en él, se basa Mitre para asegurar que era anti español.
Lo cierto es que San Martín nunca habla mal de los españoles, habla siempre críticamente de los godos, de los «banturrangos», de los «bantuches», los «bantuchos».
María Rosa Oliver, en sus recuerdos narrados en su libro «Mundo mi casa», dice que la abuela de ella -que conocía a San Martín como «el tío Pepe», no como a un gran prócer-, qué el tío Pepe era un gallego y hablaba como gallego, y que tenía costumbres ordinarias. La abuela de María Rosa lo decía porque acostumbraba a ir a comer a la cocina con los sirvientes de la casa de los Oliver, o porque prefería identificarse con el personal de servicio y no con los hombres de la oligarquía, como eran los Oliver.
Lo cierto es que la única explicación se va dando a través de que sí se sabe, que junto con San Martín vinieron a Buenos Aires 18 oficiales españoles. Vino Martiniano Chilavert, que era español; Alvear, que estaba muy influenciado también por lo hispánico. Entonces, la única explicación es que San Martín, como también Manuel Belgrano y otros próceres, fuertemente influido por las ideas de la Revolución Francesa, integra la Logia de los Caballeros de Cádiz y viene al Río de la Plata a proseguir la lucha por la democracia, por la libertad, por los principios fundamentales de la Revolución Francesa. Porque España estaba viviendo la revolución que se había iniciado en 1808 que el mitrismo, a la hora de contar su versión de la historia, no la toma en cuenta para nada.
Esto explica que San Martín haya tenido claramente la necesidad de liberar todas las tierras americanas, que haya sido figura principal de un ejército que cruzó los Andes con una bandera que no era Argentina, era la bandera del ejército de los Andes: porque gran parte del Ejército de los Andes eran chilenos que habían sido derrotados en la batalla de Rancagua y habían sido reclutados en Cuyo por San Martín. Después se convirtió en el Protector del Perú. A algunos les llama la atención cómo un argentino va a ser Protector del Perú. La respuesta es que San Martín era, ante todo, un hispanoamericano.
Por: Norberto Galasso, periodista, ensayista e historiador.