Con títulos que promueven la producción editorial de las provincias a partir de sellos impulsados por el Estado y construyen una plataforma de visibilización propia, o con la puesta en escena de editoriales independientes que ofrecen un panorama de los libros que se publican en sus territorios, las provincias del país muestran al gran público de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires sus catálogos, marcados por la identidad de sus geografías, su historia, sus tradiciones y su lírica.
Entre ágapes regionales, bombos y folletos de información turística – y hasta videojuegos o maquilladora que llena de brillitos a niñas y niños- los stands de las provincias funcionan desde hace añares como la puerta de entrada al universo de la Feria del libro, sobre la puerta de avenida Santa Fe, donde se concentra el mayor caudal de visitantes. Sin embargo, detrás de esas comitivas musicalizadas por las líricas de cada región en el Pabellón Ocre y por las imágenes de sus impactantes paisajes, hay también libros. Y muchos. Libros que muestran una foto posible de la producción editorial y de sus geografías, de sus autores.
Libros que reflejan lo que está pasando en la actualidad pero también lo que se está preservando a través de sus catálogos: una lengua, una historia, un paisaje. Aunque la creación literaria no tiene por qué clausurarse en el origen de quien escribe, los regionalismos, los sonidos, las formas del habla, las presencias que tiene la naturaleza, las problemáticas o las historias locales, muchas veces traslucen sus huellas en los libros, como galaxias donde predomina el tono, el paisaje o la tradición de su historia o de sus intelectuales.
Así, Santa Fe y Córdoba vuelven a recordar la contundente riqueza literaria y editorial de sus territorios; San Juan revisa la historia de la patria, de su más famoso sanjuanino, Sarmiento, o presenta devociones populares como la Difunta Correa; Misiones trae las costumbres, la yerba y el mate; Corrientes, Santiago del Estero y Catamarca narran leyendas populares, La Rioja presenta mucha historia local sobre caudillos, indígenas y mujeres de su provincia; San Luis estudia la oralidad y potencia el testimonio como fuente de memoria, Provincia de Buenos Aires revela el crecimiento de su literatura, su impronta y las nuevas voces, Tucumán es poesía y lirica, Mendoza es exquisita para las infancias.
Como una librería con un auditorio, el Ente Cultural Patagonia agrupa en un mismo espacio a Chubut y La Pampa, por un lado, Neuquén y Río Negro, por el otro, y Santa Cruz y Tierra del Fuego. La provincia de Chubut, por ejemplo, volvió a la feria después de varios años sin participar. La ecuación no les venía cerrando en relación a los precios de alquiler del espacio, las ventas y la visibilidad del pabellón, pero este año retomaron su presencia de forma colaborativa y lo que traen son las ediciones del fondo editorial provincial: investigaciones sobre galeses, pueblos originarios o estudios paleontológicos.
Aunque también hay poquitos autores que no forman parte del catálogo público: el autor Martín Pérez que presenta un libro de haikus de poesía en mapuche y en español, y la investigadora chubutense Laura De Natale y un libro junto a la Asociación Paleontológica Argentina que es curioso porque reúne información sobre paleontología de las plantas, algo menos conocido que la rama que se dedica a los fósiles de dinosaurios, por ejemplo.
En cambio, en Neuquén, se ofrece una selección de escritores y escritoras locales que publican en distintas editoriales de la provincia, y la más conocida sin dudas es María Cristina Ramos, finalista del prestigioso galardón de literatura infantil Hans Christian Andersen, nacida en Mendoza pero instalada en Neuquén hace mas de 40 años, donde desarrolló su carrera literaria, editorial y docente.
La provincia más austral de todas, Tierra del Fuego, presenta libros de Editora Cultural, editorial que existe desde 2008 fruto de una ley provincial. El sello tiene más de 140 libros -todos ellos en muy lindas ediciones-, de autores que fueron elegidos en convocatorias públicas. Hay narrativa, misceláneas o ilustración de autores y autoras que recién comienzan, pero también hay libros de investigación y difusión sobre temas tan variados como árboles, aves, flores o educación. La colección de literatura infantil y juvenil tiene títulos preciosos como uno sobre todas las especies de guanacos o el que lleva por titulo «Tierra de gigantes», de Beatriz Díaz, con guiños a la leyenda de gigantes en las montañas.
En cuanto a infancias, un imperdible es el espacio de Mendoza, la provincia que alojó durante mucho años a una de las grandes autoras contemporáneas eclécticas en su producción: Liliana Bodoc. De la autora de «La saga de los confines» hay títulos no tan conocidos. Además, hay libros de Sandra Siemens y de Fabián Sevilla, con ediciones ilustradas muy lindas, y una recomendable son los fanzines a precios accesibles (sobre cuidado del cuerpo, familia, entre otros temas) y la colección de poesía de Rimalimón con poemas sobre tallarines o plantas aromáticas, que surgen del recorrido por un taller del sello. En el mismo stand, pero para adultos, la lírica mendocina tiene su correlato en una antología contemporánea del habla, «Dar la palabra».
Justamente una editorial que trabaja mucho con esas huellas de lo local -como la oralidad, la geografía, o la historia- es San Luis Libros. Apenas se ingresa al pabellón, con el trasfondo de una gran pantalla que pasa por puntos icónicos de la provincia, una suerte de babel de libros exhibe una portentosa selección de los 178 títulos que la editorial publicó en sus 15 años, fruto de pedidos o de convocatorias, como las dedicada sobre todo a ficción. Muchos de esos volúmenes son rescates patrimoniales o fuentes de memoria, como «Historias de mi pueblo y su gente», un libro que se presenta como la historia escrita por el pueblo porque reúne testimonios orales de personas de toda la provincia, de departamentos y localidades o parajes sobre los que no se sabía casi nada.
Cuenta Gerardo Massman, a cargo del stand, que este año les fue muy bien en las Jornadas Profesionales porque vendieron libros a bibliotecas importantes, como la de Harvard. «Todo esta cuestión del patrimonio regional les resultó muy interesante», dice el responsable. Además, otro autor que convoca en ese stand es Jesús Liberato Tobares, que tiene una colección sobre diversos temas que hacen a la provincia y es una figura de renombre porque dialogó con la generación de oro de San Luis.
Pero también la literatura, la ficción, la poesía y la narrativa integran ese fondo y según Massman esa presencia refleja un crecimiento de la literatura en la provincia, quizá de las artes que más se haya cultivado en el último tiempo. ¿Hay alguna marca que aúne esas distintas voces puntanas? «Hay algunas características que tienen que ver con el regionalismo, como el primer filósofo de la Argentina que es Juan Crisóstomo Lafinur, bisabuelo de Jorge Luis Borges, quien empieza a marcar cierto regionalismo en la forma de escribir y eso se va a mantener a lo largo del tiempo, el paisaje literario se impregna en la literatura», asegura.
En Tucumán casi todos los días se comparten lecturas en voz alta de autoras y autores de la provincia y del Norte Grande. Los libros que trajeron a esta edición son una selección de la Universidad de Tucumán tanto de su propio catálogo (Edunt o Humanitas) como de otros sellos, con la intención -como dicen desde el stand- de difundir «editoriales más pequeñas que tienen menor circulación en Buenos Aires», como Faltaenvido, La Papa, Ediciones en Danza. También se ofrecen variados libros de autores muy conocidos, como el antropólogo Adolfo Colombres o el escritor Marcos Rosenzvaig.
En honor a su más famosa tradición, las empanadas, allí se consigue el libro «El arte de cocinar», un rescate editorial curioso que recupera la publicación que hicieron una congregación de mujeres hace 100 años, cuando reunieron en una misma publicación los quehaceres domésticos de su época: cómo mantener la economía doméstica, servir el vino, arreglar la mesa o lo mejor, recetas de platos muy típicos del norte: empanadas, sesos al gratín, pata de jamón.
Tanto Córdoba como Santa Fe son provincias con una fuerte y tradicional industria editorial, y también con mucha agenda y circulación literaria. Quizá por eso ambos espacios se presentan más como librerías y ofrecen variopinto, consagrados y emergentes. En Córdoba hay textos de María Teresa Andruetto, Pera Suez, Canela, Jorge Luján, Sandra Comino y una de sus autoras emblemáticas y más vendidas, Cristina Bajo. Mientras que Santa Fe, propone varias editoriales y voces de nuevas generaciones, y trae también parte de su catálogo :e(m) R -la editorial municipal de Rosario- que tiene una serie muy prometedora con textos de María Angélica Vicat, Juanjo Conti, Mario Castells y Francisco Bitar.
La Provincia de Buenos Aires, que no está en el Ocre sino en el Pabellón Amarillo de La Rural, tiene una muy propuesta muy linda que combina una profusa diversidad de editoriales (más de 80) con un ciclo de lecturas andantes de autores y autoras de la provincia. Uno de estos días, Leonardo Oyola, el autor de «Kryptonita» charlaba con el público joven sobre el oficio de ser escritor y cuando le preguntaron qué libro le hubiese gustado escribir, no dudó: «Los tres mosqueteros».
Mientras en el piso del espacio se proyectan las imágenes de escritores emblemáticos de la provincia como Puig (Villegas), Sabato (Rojas), Soriano (Mar del Plata) o Pizarnik (Avellaneda), el stand invita a pasear por las largas mesas donde se ofrecen catálogos de La Plata (otro punto álgido de la industria editorial), así como del conurbano y de localidades del interior, además de un sector dedicado al flamante sello Ediciones Bonaerenses.
En Salta hay un estante dedicado a la figura de Güemes desde varios abordajes y se consiguen libros sobre batallas, historia, colonialismo y religión, o producciones académicas en temas como psicología, filosofía o derecho. En materia de literatura, desde el stand destacan el crecimiento del género de poesía en los últimos años con la aparición de nuevas voces.
Desde la figura de Artigas, mujeres locales a colonias judías en el siglo XX, el stand de Entre Ríos presenta el catálogo de su editorial marcado por muchos estudios locales. Entre los destacados, hay una edición homenaje a la cuentista y novelista María Esther de Miguel, en un libro de Daniela Churruarín que amplia los alcances de la vida y obra de esta destacada autora de los años 90.
Mientras Corrientes celebra a toda pompa que el chamamé es patrimonio inmaterial de la humanidad, entre los libros que trae el stand hay recetas de cocina, libros sobre historia y tradiciones. Enfrente, Santiago del Estero, también llama la atención más allá de sus propuestas que anclan en libro y en los códigos QR para acceder a la Biblioteca Digital de la Autonomía de la Provincia, con pizarras para dibujar para los más chiquitos y hasta un videojuego donde los jóvenes hacen filas para esperar su turno.
Por: Milena Heinrich